viernes, 24 de junio de 2016

CRÓNICA DE UN NAUFRAGIO ANUNCIADO

CRÓNICA DE UN NAUFRAGIO ANUNCIADO


El bello y lujoso trasatlántico de la Unión Europea, construido en los astilleros de la social democracia, que tenía más de un cuarto de siglo de singladura, siendo reformado y aumentado en varias ocasiones; está definitivamente herido de muerte. En su última puesta a punto  cambiaron sus antiguos, pero fiables motores, por una flamante y potente maquinaria neoliberal económica.


 El navío, con su nueva propulsión, se planteó cumplir metas que sólo su capitán y los pasajeros de primera comprendían, dejando atrás otros conceptos tan importantes para el buque como el cuidado de los otros pasajeros y el personal de la tripulación, haciendo reformas para su mantenimiento durante la marcha. Pero las galernas de las finanzas alimentadas por la meteorología de la avaricia han precipitado una colisión contra un iceberg llamado crisis. No estando preparado el barco, por descuidar los bajos de este, produjo una gran vía de agua que ha empezado a anegar las bodegas;  y como en ella sólo hay fogoneros y pasaje de tercera, los mandos del barco y a sus pasajeros VIP se han negado a reconocer la grave situación, porque para ellos es más importante no reparar los errores de la nueva maquinaria y seguir hacia sus objetivos sin mirar abajo.

 Poco a poco, compartimento tras compartimento, se están inundando. Mientras en los niveles inferiores la gente intentan salir para ponerse a salvo, pero el capitán y los primeros oficiales están cerrando los estancos para mantenerse a flote, condenándoles a estos al único destino posible: El del ahogamiento – Estos pasajeros y personal de las cubiertas inferiores son los países del sur de Europa- 

Los primeros pasajeros de primera clase se están dando cuenta de que están haciendo agua y deciden tomar los mejores botes para abandonar la nave, como es el caso del Reino Unido. Otros pasajeros de primera y de segunda comienzan a percatarse del tremendo problema y comienzan a movilizarse para imitar a los británicos. En el puente, ciegos en la fe puesta de sus motores neoliberales, no quieren ver el problema e intentan seguir forzando la máquina capitalista pero avanza el problema hacia los maquinistas y estos no saben solucionar lo que le viene encima con las directrices que les llegan desde el puente.

Muy despacio el lujoso crucero se va frenando aunque su potencia esté al máximo y de la misma manera, se empieza a hundir más y más. Los últimos botes son ocupados por aquellos que llevaron al navío a la desaparición bajo las aguas de las economías y las políticas del mundo. Demasiado tarde para reaccionar ante esa codicia que les cegaba y que ha condenado a la parte más débil de sus miembros a la oscuridad y el abismo. Ya no queda nada, sólo los restos de lo que fue uno de los buques insignia de los siete mares; un gran sueño, una bonita esperanza de una auténtica unión entre los pueblos de Europa, en igualdad, pasados por agua, descansando en las profundidades del océano infinito de las fallidas buenas intenciones.

Al tanto están otros flamantes barcos que han escuchado el SOS y por  pura conveniencia decidieron llegar tarde para socorrerles. Las grandes naves de Estados Unidos, Rusia y China, se encargan de rapiñar los restos del naufragio a su antojo. Ahora Europa son barquitos de vela por separado: Ya no son una preocupación ni competencia para nadie. Quizá nunca lo fue.   

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