CRÓNICA DE UN NAUFRAGIO ANUNCIADO
El bello y lujoso trasatlántico de la Unión Europea, construido en los astilleros de la social democracia, que tenía más de un cuarto de siglo de singladura, siendo reformado y aumentado en varias ocasiones; está definitivamente herido de muerte. En su última puesta a punto cambiaron sus antiguos, pero fiables motores, por una flamante y potente maquinaria neoliberal económica.
El navío, con su nueva
propulsión, se planteó cumplir metas que sólo su capitán y los pasajeros de
primera comprendían, dejando atrás otros conceptos tan importantes para el
buque como el cuidado de los otros pasajeros y el personal de la tripulación,
haciendo reformas para su mantenimiento durante la marcha. Pero las galernas de
las finanzas alimentadas por la meteorología de la avaricia han precipitado una
colisión contra un iceberg llamado crisis. No estando preparado el barco, por
descuidar los bajos de este, produjo una gran vía de agua que ha empezado a
anegar las bodegas; y como en ella sólo
hay fogoneros y pasaje de tercera, los mandos del barco y a sus pasajeros VIP
se han negado a reconocer la grave situación, porque para ellos es más
importante no reparar los errores de la nueva maquinaria y seguir hacia sus
objetivos sin mirar abajo.
Poco a poco,
compartimento tras compartimento, se están inundando. Mientras en los niveles
inferiores la gente intentan salir para ponerse a salvo, pero el capitán y los
primeros oficiales están cerrando los estancos para mantenerse a flote, condenándoles
a estos al único destino posible: El del ahogamiento – Estos pasajeros y
personal de las cubiertas inferiores son los países del sur de Europa-
Los primeros pasajeros de primera clase se están dando cuenta de que están haciendo agua y deciden tomar los mejores botes para abandonar la nave, como es el caso del Reino Unido. Otros pasajeros de primera y de segunda comienzan a percatarse del tremendo problema y comienzan a movilizarse para imitar a los británicos. En el puente, ciegos en la fe puesta de sus motores neoliberales, no quieren ver el problema e intentan seguir forzando la máquina capitalista pero avanza el problema hacia los maquinistas y estos no saben solucionar lo que le viene encima con las directrices que les llegan desde el puente.
Muy despacio el lujoso crucero se va frenando aunque su
potencia esté al máximo y de la misma manera, se empieza a hundir más y más.
Los últimos botes son ocupados por aquellos que llevaron al navío a la
desaparición bajo las aguas de las economías y las políticas del mundo. Demasiado
tarde para reaccionar ante esa codicia que les cegaba y que ha condenado a la
parte más débil de sus miembros a la oscuridad y el abismo. Ya no queda nada,
sólo los restos de lo que fue uno de los buques insignia de los siete mares; un
gran sueño, una bonita esperanza de una auténtica unión entre los pueblos de
Europa, en igualdad, pasados por agua, descansando en las profundidades del
océano infinito de las fallidas buenas intenciones.
Al tanto están otros flamantes barcos que han escuchado el
SOS y por pura conveniencia decidieron
llegar tarde para socorrerles. Las grandes naves de Estados Unidos, Rusia y
China, se encargan de rapiñar los restos del naufragio a su antojo. Ahora
Europa son barquitos de vela por separado: Ya no son una preocupación ni
competencia para nadie. Quizá nunca lo fue.
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