LOS CONSENSOS ROTOS
Se
me podría acusar de ser comunista, que para que fuera una inculpación debiera
ser algo malo y no lo es, o tal vez de anticapitalista;
pero no soy ninguna de las dos cosas, y en su justa medida, tal vez sea las
dos, sólo en su justa medida.
No
soy totalmente comunista porque creo que si una persona en particular tiene una
idea, un proyecto o un sueño en el que considera estar capacitado y poner en
práctica, gastando sus propios recursos, esfuerzos y luchando por ello; tiene
todo el derecho del mundo de poder sacar eso hacia adelante y medrar, con el
consiguiente reconocimiento y mejora de su bien estar. Esta forma de pensar se
asemeja más a la idea capitalista que a la comunista. Pero tampoco soy
capitalista; o mejor dicho: No soy capitalista neo liberal. No antepongo el
poder económico, en manos privadas de una élite
poderosa y sus resultantes reglas de mercado tan convenientes para ellos, a los
mínimos derechos de dignidad que obligatoriamente
deben de poseer todo ser humano.
Todo
tiene que ver con el comedimiento. Es
decir, no pasarse de la raya ¿Qué quiere decir esto? Que como somos humanos,
con todos nuestros defectos y virtudes, es necesario establecer unas éticas
morales, por todos reconocidos, para no pisar ni sobrepasar los distintos
derechos elementales que todos y cada uno tenemos. Para ellos se
necesitan dos ingredientes fundamentales: Una democracia plena y autocrítica,
con un buen sistema de autorregulación cuyo impulso resida en las fuerzas
sociales de todo tipo y condición, que se vigilen entre ellas y a los poderes
del estado. Otra, la capacidad de diálogo, cimentada sobre una información
libre, independiente, fidedigna y no manipulada, al servicio de todos, que
lleve a todas las partes, que choquen en un supuesto conflicto de intereses, a
establecer una negociación con la finalidad de un acercamiento. Estas aproximaciones de posturas parten de hacer
concesiones entre todas las partes para llegar a un buen puerto. Estamos
hablando nada más y nada menos que de algo tan sumamente importante y necesario
como es "El consenso".
El
consenso es totalmente fundamental y proyecta a todos los miembros de una
sociedad hacia unas reglas, ya sean tácitas o recogidas documentalmente, que servirán como barrera ética
en las que todas las conductas han de estar sujetas. Esto se traduce en
dignidad, derechos, bien estar y progreso de todas las clase sociales.
Pero
la malignidad que todos llevamos dentro y que está alimentada por ese egoísmo
tan propio de nuestra especie, manejada por los hilos de aquellos que sólo
ansían en poder, tanto político como económico, sobre todas las cosas;
hace que aquellos que viven cómodos y sin problemas o aquellos que están
medrando y rozando los límites que sobrepasan dicha moral aceptada socialmente,
para alimentar intereses propios, rompan el consenso produciendo injusticia,
abuso, marginación, represión y lo más repulsivo de todo: Falta de las
necesidades básicas; es decir someter a la pobreza a sectores de la
población que suelen ser los más vulnerables y desprotegidos.
Cuando
se rompe el consenso a favor de los poderosos de la tierra, se exilia a la solidaridad
social y con ella la tranquilidad y la esperanza de crear un mundo mejor. Pone
en entredicho a un sistema democrático, porque donde hay grandes diferencias
sociales y sólo campean las soluciones interesadas de los magnates, la democracia
falla, no funciona. A la larga, aunque los mecanismos de la fuerzas represión
impongan el orden civil con puño de hierro, las diferencias abismales entre
clases terminarán por desestabilizar toda una sociedad hacia una situación de
violencia colectiva no deseada por nadie. Esto es un peligro a tener en cuenta;
claro, que siempre los hay que de todas las situaciones se benefician.
¿Eso
quiere decir que hay que eliminar el capitalismo porque se basan en los
intereses particulares de ciertos individuos? No; no si este es moderado.
Acabar con el capitalismo, sobre todo si es moderado, no sería la solución, porque este proporciona la libertad individual
a aquellos que pueden poner en práctica proyectos e ideas que tienen que ver
mucho con la capacidad de innovar y de emprender. A estos valientes empresarios,
si tienen suerte en sus esfuerzos, les ilusionan la certeza de mejorar sus vidas
y así medrar, creando riqueza para ellos y también, de paso, para otros.
Simplemente las reglas del capitalismo han de estar consensuadas con toda la
sociedad y respetar los derechos sociales y civiles de todas y cada una de las
personas, sean de la clase social que sean. El capitalismo moderado es
beneficioso a un nivel general, cuando respetando
esta ética y sometiéndose a las reglas establecidas de toda; y cuando digo
toda, es toda la sociedad, siendo juzgados o sancionados cuando sobrepasan
estos límites éticos que deben estar recogidos en las leyes que nos protegen de
cualquier actuación abusiva.
Obviamente
es indiscutible que no solamente es el sector empresarial capitalista el que tiene
que obedecer las normas consensuadas, esto tiene que hacerlo todos los sectores
y clases sociales pertenecientes a una democracia y ser consecuentes con ellas,
y por la misma, también ser juzgados y sancionados sin caen en malas prácticas
que traspasan las normas éticas. El gobierno democrático tiene que ser valedor
de ello, pero a su vez, debe estar sometido a esta misma ética a los mismos procedimientos
de vigilancia y sanción que el resto de la sociedad; esto es la única manera de
garantizar la dignidad y el respeto de cada individuo.
Todo
este tipo de pensamientos, que tengo que admitir que no es nada novedoso y que
estarán más que repetidos en toda la historia de la humanidad y por personas
mucho más ilustres, sólo están dirigidos hacia una conclusión totalmente
coyuntural: Es que hoy por hoy en el mundo y particularmente en España, por los
intereses de una oligarquía económica, política muy egoísta y soberbia, se ha
roto el consenso social y está lanzando a las naciones, al menos en política
social, hacia una nueva era oscura y tenebrosa.
El cuento de la crisis mundial no se mantiene
porque las crisis son totalmente artificiales y la fabrican los poderosos para
sus propios fines. Este fenómeno no es meteorológico o fruto del azahar y queda
como única solución la resignación, es algo perverso y orquestado desde lo más
alto, cuyo objetivo es quedarse con todo y no dejar nada para nadie que no sean
ellos mismos. Es así de claro y no quieren negociar con nadie y claramente no
desean ningún consenso; quieren el poder absoluto y harán cualquier cosa para
obtenerlo. Señores a esto se les llama
Neoliberalismo económico y yo particularmente no lo quiero ¿Lo quieren
ustedes?