EN EL PAÍS DE LOS CUENTOS ROSAS.
Podemos
empezar esta historia con un comienzo tradicional en los relatos populares para
niños: Erase una ver en un reino muy bonito…
Después del despliegue de medios para crear un acontecimiento de cuento
de hadas que se tuvo el día 19 de junio con la coronación del nuevo rey. Donde
todas las cadenas de nuestra plural y libre televisión, tanto pública como
privada, lanzaron a los españoles un abanico de medios para seguir el
evento, fabricando un hermoso folletín de corte rosa de ese reino de ensueño
donde todo es perfecto, se comen perdices siendo felices y colorín
colorado. Salieron e informaron, porque
las hubo y no fueron ocultadas, eso sí como de tapadillo y muy de pasada,
prestándose poco atención en ellas, noticias que me atrevería llamas del otro
lado. Del lado que no se traga esta parodia de revista del corazón porque
tiene, entre otras cosas, las tarea de sobrevivir. De esa otra parte de este
país de en cuento donde el rosa brilla por su ausencia y el color más parecido
es el marrón y para muchos, la tonalidad se torna en excremento.
Entre flores y banderas de la casa reinante en
un espléndido día de sol, donde los pajarillos piaban entre las aclamaciones de
larga vida al nuevo monarca; eran acalladas y reprendidas las voces de aquellos
que no estaban de acuerdo con todo ello, por una marea desproporcionada de
policías nacionales. Esos miles e incluso me atrevería a decir millones, que
estos días atrás se manifestaron llenando todas las plazas importantes de las
ciudades del reino exigiendo más democracia y solicitando un referéndum para
que el pueblo, directamente, pueda elegir a su propio Jefe del Estado, no
pudieron manifestarse y congregarse pacíficamente en las plazas y calles que
habitualmente utilizan para sus reivindicaciones porque la policía, propia de
una dictadura y no de una democracia plena, se lo impidió.
Fue tan exagerada la seguridad desarrollada
ante el programa del recorrido de la comitiva, que por todas las calles y
plazas de la capital por donde esta trascurría, se registraron los domicilios, uno a uno, de
particulares y empresas exigiendo a sus dueños su documento nacional de
identidad. Prohibieron en la calle todo tipo de consignas, emblemas u otros símbolos que no
fueran los monárquicos, por esa zona y sus alrededores; quitándolo de terrazas,
fachadas y balcones así como aquellos que lo portaran. E incluso podía
detenerte si te negabas a la autoridad o te expulsaban a empujones de su área
de seguridad, aunque demostraras que tu vivienda estaba en ese lugar.
El precioso
discurso que el reciente rey leyó a todos sus súbditos, donde todos los que
están bajo su real manto tenemos los mismos derechos y libertades que la
constitución garantiza, queda ensombrecido por la falta de libertad de
expresión a aquellos que no secundan su reino, de otros a los que no se les respetan
derechos tan constitucionales como el del trabajo, una vida digna y una
vivienda.
Rodeados de
ilustres invitados como son grandes empresarios, el gobierno de la nación y
afamados políticos de todos los tiempos de los dos grandes partidos, quedaron
atrás representantes de la ciudadanía como “ONGS” que luchan a diario con la
pobreza que inunda su lindo reino y representantes de las plataformas de
derechos civiles que luchan igualmente con la injusticia y abusos que los
ilustres invitados, allí presentes, producen todos los día para satisfacer sus
propios intereses particulares.
Pasado el
día ceremonial, hoy me he enterado de dos noticias: Una, que el primer acto de
trabajo del recién coronado, es reunirse con el presidente del gobierno para
conformar las líneas a seguir en su reinado; otra, que la “OCDE” afirma que
este reino mágico está a la cabeza de las desigualdades económicas y sociales y
es el primero en pobreza infantil del continente.
Creo y espero o al menos
debiera ser así, porque eso saqué como conclusión en el lindo discurso de
coronación, que una vez reunidos ambas personalidades en privado, el rey ponga
firme a su primer ministro y le eche un rapapolvo de órdago ante tal oscuro informe.
Porque si yo estuviera en su real persona, sentiría vergüenza de ser Jefe del
Estado de un país en esa situación y reprendería a aquellos que han hecho
posible llegar a esta situación de indígnate pobreza y falta de derechos y
libertades. Una cosa está clara; nunca sabremos de qué hablarán y a qué
acuerdos llegarán, porque se contará lo que se quiera contar y se callará lo
que se quiera callar. Mientras tanto: Erase una ver en un bonito reino…