jueves, 13 de marzo de 2014

A DON ROUCO.




                                                                
                                                           HASTA NUNCA

Hasta nunca; Rouco. Por fin te largas ya. Se supone que como miembro de la Iglesia Católica deseas la paz y con tu marcha, eso el lo que dejas. Lo malo es que tu sucesor no será mejor que tú, porque a la trasnochada institución religiosa a la que perteneces, no se la ocurrirá transformarse para adaptarse a la realidad política, social, científica e incluso religiosa de nuestro tiempo.

     Adiós de una vez por todas, vuelve a la caverna de donde nunca tuviste que salir cuando el Papa Integrista Polaco, que dejó beneficios en todas las líneas aéreas, te rescató de sus sombras para extender el oscurantismo religioso por la faz de nuestra vieja piel de toro.

      Por fin dejas tu cargo como presidente de la conferencia episcopal, viejo “PPepero” de la antigua guardia, que te metías en todos los berenjenales que no te correspondían, haciendo política  e influyendo en ella; cuando tu deber era la fe de tus feligreses y nunca las libertades civiles y el progreso de los ciudadanos en una democracia.

      Durante tu largo mandato, usando el recurso y la excusa de una supuesta mayoría católica,  hiciste retroceder la evolución religiosa, moral y civil unos cien años. Y lo conseguiste con fondos públicos de un estado que debería haber sido aconfesional. 
 
     Perseguiste y persigues a todo tipo de uniones civiles que tu caduca moralidad no admite. Los derechos de estas personas que tu institución tenía marginadas y reprimidas. A las mujeres en sus recientes conseguidas libertades civiles, en esa constante caza que tiene esta fe misógina y machista. La defensa de los no nacidos en contraposición de aquellos que sí están y son condenados a la miseria, la marginación e incluso a la guerra a la que nunca tu religión ha puesto pegas. La difusión e imposición de las ideas y filosofía que el dogma católico practica, en colegios y escuelas y centros de enseñanza de todo el estado, en contra de las ideas políticas y religiosas de aquellos que la reciben para lavarles la cabeza. Intrusión en la ciencia y en sus avances; pero eso ya es una costumbre: Si no que se lo digan a tantos científicos que han acabado en la hoguera inquisitorial a lo largo de la historia. Serán otros métodos más civilizados los de hoy en día pero las intenciones son las mismas, que no avance la ciencia en aquello que os contradice.

Por eso señor Rouco Varela: Como gay que soy, como persona de izquierda, como demócrata auténtico, como agnóstico; me llena de ilusión la noticia de tu retirada. Por fin, aunque haya sido el paso del tiempo quien lo ha hecho, se larga de una “pastelera” vez. No le deseo ningún mal pero sí que anhelo su anonimato por siempre.

Hasta nunca Rouco, Hasta nunca que no le echaré de menos.

martes, 11 de marzo de 2014

RECUERDOS DE UN DÍA COMO HOY.



UN JUEVES DE HACE DIEZ AÑOS.

Esa mañana se trabajaba de turno matutino. Toda esa semana había sido así. Era jueves y
recogí, con mi coche, a un compañero que reside en el mismo barrio que el mío. Todo era normal y rutinario: Me tocaba esperar a mi pasajero porque este no solía ser muy puntual. Nos encontramos las retenciones en las correspondientes salidas de nuestro distrito, en las autopistas de circunvalación y en la entrada del pueblo de Tres Cantos donde se halla mi antigua empresa.

Llegamos pronto, como siempre. Porque a pesar del tráfico, o más bien debido a este, se calculaba más tiempo de trayecto para no llegar tarde al puesto de trabajo. Solía quedar como una media hora libre antes del horario de entrada y en una zona de la empresa, adecuada como comedor y zona de descanso; con máquinas expendedoras de varios tipos, mesas y sillas para sentarse a comer o  desayunar, micro hondas para calentarse las tarteras, (Puesto que se nos daba una hora para comer en una jornada intensiva), y como no, un televisor.

 Varios compañeros charlaban entre ellos. Otros, se entretenían leyendo diarios deportivos o de estos que regalan gratuitamente en la puerta del metro. También estaban, como yo, aquellos que prestaban atención a las noticias de la televisión. Poco a poco se incorporaban más compañeros según se acercaba la hora de jornada laboral. Unos llegaban y aparcaban en el parking de la empresa  en sus propios vehículos; otros en el autobús, que tenía la parada delante de nuestro almacén, venidos desde Madrid, Colmenar Viejo o de la estación de trenes de cercanías del pueblo.

Entonces ocurrió. Sin saberse mucho de ello, con total incertidumbre, el noticiario que se tenía sintonizado comunicaba una noticia de última hora: Se habían  producido varias explosiones en la estación de cercanías de Atocha y sin ninguna seguridad de la noticia, en alguna estación de cercanías más. Prometieron ampliar lo acontecido cuando tuvieran más datos.

Enseguida corrió la voz entre la gente. Muchos se acercaban a escuchar lo que se decía en la tele. Otros nos incorporábamos a nuestros trabajos porque era nuestro deber como trabajadores. Algunos tenían radios en sus equipos de música o en sus móviles; y aunque la empresa prohibía explícitamente usarlos en plena jornada, esta vez se hizo una excepción, porque todos los presentes nos imaginábamos, sobre poco más o menos, lo que había ocurrido.

Comenzaba a llegar información sobre el suceso con mayor claridad. Trasmitiéndose  en los medios audiovisuales todo el caos, el horror y el estupor del aciago acontecimiento. Todos los del almacén estábamos preocupados, porque al menos tres de nuestros compañeros, que residían en el sur de Madrid y que no poseían automóvil para desplazarse, tomaban alguno de esos trenes todos los días y estos aún no habían llegado.

Nos preguntábamos sobre su paradero. Unos callaban, otros hablaban en bajo preguntando entre los presentes si habían llegado o no, Los que conservaban sus números de móvil, llamaban pero si éxito. Las líneas de los teléfonos comunicaban o no daban respuestas porque la gente se preocupaba por sus parientes y amigos, y no dejando libres estas o vete a saber por qué no lo hacían.

Pasaba el tiempo; las noticias continuaban constantemente acumulándose e inundando el panorama. Confusión, mucha confusión y al fin uno de los compañeros llega. Según pasaba por los pasillos, la gente le entraba y preguntaba. Lo primero que comunicó es que tenía que hablar con los jefes para justificar su tardanza. Más tarde, en los corrillos que se formaban a su alrededor comentaba su experiencia: Llegaba tan tarde porque después del desastre, todos los transportes públicos estaban casi paralizados. Lo mismo pasó con su móvil; no dejaba de llamarles sus padres, sus hermanos y otros.

Se confirmaba. Era un ataque terrorista y el gobierno del “PP” y su presidente, comunicaba a los españoles por los distintos medios, que "ETA" era el causante de tamaña carnicería. Se presenta el segundo de los compañeros que faltaban. Este, antes de llegar, a duras penas consigue ponerse en comunicación con la empresa y como los rumores vuelan, todos estábamos más tranquilos. Aún así, no se libra de la curiosidad y la preocupación de los presentes y es sometido a constantes interrogatorios. Era el mismo caso que le sucedió al primero. 

Faltaba Santi, pero finalmente se presentó. Hubo alivio y respiro entre los presentes. Tomó un taxi porque no había otra manera de llegar. Entró en el almacén acompañado de uno de los jefes. Estaba muy nervioso, casi no podía mentar palabra y los compañeros lo rodeamos curiosos y preocupados. Fue este jefe que estaba a su lado quién habló: Santi se había librado por los pelos; el tren de cercanías del que se apeó fue el que llegó antes. Pero a pesar de ello, se encontró en la estación cuando todo pasó. Fue testigo directo del desconcierto, el pánico y la desorientación en  el momento que escuchó las explosiones. Perdió su mochila con su almuerzo, su celular y otros objetos personales en el reino del caos que se instauró en la terminal. Cuando consiguió salir de la estación de Atocha, tuvo que ser asistido por los sanitarios de un ataque de ansiedad. Todavía hoy recuerdo las pocas palabras que expresó y no fueron por mediación del encargado. Dijo: ¡Hijos de puta, son unos hijos de puta! La empresa le concedió el día libre y se marchó a su casa. 

Los madrileños asistimos a una de las mayores manifestaciones contra los actos terroristas. Quizá la mayor de todas. Sólo sé que no entraba un alma más en esas madrileñas calles.

Luego llegaron las noticias de la furgoneta “Renault Kangoo”; que el atentado lo perpetró “Al-Qaeda”  y no la banda terrorista vasca, del empecinamiento del gobierno de echarles las culpas a esta última. Sucedió aquello del: “El gobierno nos miente; pásalo”, en los móviles en el periodo de reflexión antes de las elecciones generales y el fracaso electoral del “PP”. Más tarde: La teoría de la conspiración, difundida por la oposición del Partido Popular, que duró prácticamente durante todo el mandato de Zapatero. La demostración de que eso no fue así y la crisis económica del 2008 en la que todavía estamos sumidos.

Pero lo que no se me olvidará en la vida, es el miedo disimulado y la impotencia en los ajos de mi compañero de trabajo; Santi, y la alegría que sentimos de comprobar que había salido de esa apocalíptica situación indemne. Hace mucho tiempo que no sé nada de tí. Un saludo y un fuerte abrazo.

A todos aquellos que no tuvieron tanta suerte: Familiares, amigos y conocidos de las víctimas de todo tipo. Mi más sincero pésame y mi incondicional apoyo. Que esto que aconteció un jueves de hace diez años no se vuelva nunca a repetir y que jamás se olvide.

sábado, 8 de marzo de 2014

FELICITACIÓN DEL 8 DE MARZO.




FELICITACIÓN A TODAS ELLAS.


Felicidades, en un día como hoy, a todas las mujeres, en el día de la mujer trabajadora. Estén trabajando laboralmente, trabajando en estudiar, trabajando en buscar un empleo, trabajando en educar a sus hijos, trabajando en llevar su casa o trabajando en todo esto a la vez. Este último caso suele ser el más frecuente.

Felicidades a Madres, hermanas, parientes, esposas y novias. A amigas, vecinas y a compañeras y ex compañeras de trabajo, de estudios.  A aquellas que como yo, realizan su trabajo en el hogar; Sea por voluntad propia o porque no las quede más remedio, independientemente de sus circunstancias.  Nota: Yo soy un hombre que realizo tareas hogareñas y es un trabajo duro que tenemos que dignificar. Sobre todo muy mal pagado.

Felicidades a todas estas mujeres fuertes y consecuentes. Señoras y señoritas que luchan en todo momento como empleadas, campesinas, empresarias, amas de casa y muchas de ellas, desempleadas. Que enaltecen su condición de mujer por encima de todas las trabas de esta sociedad, que aún guarda en lo más profundo de su base, un concepto machista y misógino del mundo.

Personas que, cuales quieran que sean sus ideas políticas, hacen frente a las grandes injusticias de su época, en un esfuerzo diario agotador, para demostrar que este mundo es de todos, no sólo de los hombres. Contra la tradición, las costumbres, la religión, la violencia física y psicológica. En gran manera; contra la ignorancia, tanto aquellos que las  tienen como a aquellos que la están promocionando y propagando.

Muchas felicidades en definitiva a la mujer. Porque eso simplemente basta.